miércoles, 25 de septiembre de 2013

Imperio Bizantino Estado - Iglesia








Los orígenes de la gran civilización conocida como el Imperio Bizantino se remontan al año 330 d.C., cuando el emperador romano Constantino I fundó Constantinopla, una “nueva Roma” en el sitio de la antigua colonia griega de Bizancio. Aunque la mitad occidental del imperio romano se derrumbó y cayó en el año 476, el Imperio Romano de Oriente le sobrevivió por 1.000 años más.


El término “bizantino” se deriva de Bizancio, una antigua colonia griega fundada por un hombre llamado Byzas. Esta población estaba situada en el lado europeo del Bósforo (el estrecho que une el Mar Negro con el Mediterráneo). Una ubicación estratégica como punto de tránsito y de comercio entre Europa y Asia Menor. 

Los asuntos de la Iglesia y el Imperio quedaron estrechamente ligados. El emperador podía hacer valer su autoridad en la Iglesia y el patriarca también podía intervenir en asuntos públicos. El modelo teórico de esta relación entre Imperio bizantino e Iglesia bizantina era aquello que los estudiosos llaman corpus christi politicum: y esto no permitía una separación de los dos poderes; bajo este aspecto se explica la posición importante del emperador en la Iglesia. Como todo fiel estaba ligado a las leyes de la Iglesia pero al mismo tiempo era vicario de Dios y defensor de la ortodoxia. 

Sin embargo si el poder imperial llega a ser demasiado influyente en el interior de la Iglesia, encontró oposición. La fórmula que usamos nosotros para caracterizar esta relación no corresponde exactamente a la realidad de la relación Estado-Iglesia en Bizancio. Un tal término de cesaropapismo presupone un antagonismo entre dos instituciones autónomas; mientras en Bizancio todo estaba jurídica y teológicamente unido. Estado e Iglesia eran sólo dos caras de una sola cosa y en la persona del emperador se conjugó esta unidad. Naturalmente uno piensa luego, cuáles son las semejanzas y diferencias en la relación de estos con el papado y la Iglesia en occidente; ciertamente no son simplemente idénticas. Las relaciones de los emperadores de occidente con los papas no eran nunca tan entremezcladas, como en Bizancio con la Iglesia bizantina. Aunque generalmente hay muchas analogías, pero, hay más diferencias.

El período comprendido entre los siglos V y VI es muy importante para la formación del modelo bizantino de relación Iglesia-Estado.

El sistema que se propone Justiniano de realizar una unidad ordenada, una armonía entre Iglesia y Estado, no podía fundarse desde un punto de vista teológico. De hecho, hay una diferencia esencial entre el ministerio eclesiástico y el cargo imperial. No coinciden. La armonía es expresión de una peculiar ideología helenístico-cristiana, la cual procede de la ideología romano-pagana .que se remonta a la realidad política y social de aquel mundo pagano. El resultado debía ser el ideal del emperador, que, como tal ideal, en la realidad frecuentemente no funcionaba.

Resultado de grandes concilios era el Derecho eclesiástico. Las decisiones sinodales, una vez confirmadas por el emperador, llegaban a tener rango de leyes imperiales, siendo integradas en el Derecho estatal y generando amenazas a los infractores .es decir, a los herejes.. Esta doble cara de las leyes es significativa. Hasta Justiniano la legislación imperial se ocupaba de la política religiosa de una manera muy concreta: aquellas leyes que se fijaban en los privilegios hacia el clero. Ahora Justiniano da un fundamento teórico al poder estatal y al clero, introduciendo una idea helenística: Dios es la única fuente de la ley, y ha delegado este poder legislativo en la tierra en el emperador. Con el tiempo, los obispos acabarían siendo funcionarios estatales, en cuanto ocupaban funciones de administración. El alto clero venía integrado en la aristocracia bizantina.


Videos del Arte Bizentino y Paleocristiano.



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